Una hipótesis:
Diecisiete días después de la boda legal de Peña Nieto con la
Gaviota, Televisa le cede a su actriz de telenovelas una casa valuada entonces
en 27 millones de pesos, Higa adquiere dos inmuebles a espaldas de esa para
construirle una mansión a Peña Nieto, quien les había asignado obras por 36,000
millones de pesos. No sé cuál es la tasa normal de mordidas, pero cuando menos
debe ser del 10%, es decir 3,600 millones (¡Claro! No todos para Peña Nieto,
tal vez cien o doscientos fueron para sus segundones).
Si la casa propiedad de Televisa se la compró Higa como mordida
a Peña Nieto, no debería ponerse a nombre de éste, quien aspiraba a la
presidencia y presentaba cada año declaraciones patrimoniales,
además, si Televisa le pagaba o le donaba a la Gaviota esa casa, aparte de
ahorrarse un traspaso, sus impuestos y escrituras, aparecería como algo
remotamente “normal”, entre comillas normal porque para tener una casa de 30
millones debes tener como capital más de 300, cuando menos*. Lo anormal fue que
Higa siguiera apareciendo como dueña de la Casa Blanca y fue lo que, con base
en la entrevista de Maritza, la amante de Peña Nieto a Sanjuana Martínez, para
su libro “Las amantes del poder” investigó y encontró el equipo de Carmen
Aristegui.
*Mientras más pobre es la gente, la proporción entre el monto de
todos sus bienes y el valor de su casa es menor, mientras más dinero se tiene,
esa proporción es de docenas de veces, aunque haya excepciones de presunción
como es el caso del yate de Emilio Azcárraga. Y además acabo de descubrir que
soy miserable, no pobre.
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